El 14 de febrero es sinónimo de amor, corazones y, por supuesto, rosas rojas. Pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué? Aunque en febrero los rosales estén lejos de florecer, la tradición de regalar estas flores podría remontarse a una historia de fe y mucho romance prohibido.
Viajemos a la antigua Roma, donde el emperador Claudio II, convencido de que los soldados solteros eran más feroces en el campo de batalla, prohibió los matrimonios entre jóvenes.
Pero el amor, terco e indomable, encontró un aliado en un sacerdote llamado Valentín, quien desafió el edicto imperial y siguió casando a enamorados en secreto. Cuando fue descubierto, Valentín fue encarcelado y condenado a muerte.
Cuenta la leyenda que, en la puerta de su celda, brotó un rosal de rosas rojas, como un último tributo al amor que había defendido hasta el final. Quizá sea un mito, pero su simbolismo es tan poderoso que, tantos siglos después, seguimos regalando estas flores como símbolo de pasión y devoción.