Beatrix Potter es recordada como una de las figuras más queridas de la literatura infantil victoriana, creadora del entrañable Peter Rabbit y de todo un universo ilustrado que marcó generaciones. Sin embargo, pocos saben que, más allá de su talento artístico, Potter destacó también por su faceta científica, siendo una de las primeras mujeres naturalistas reconocidas de la historia.
Su curiosidad y sensibilidad hacia la naturaleza se vieron reforzadas gracias a su tío, Sir Henry Roscoe (1833–1915), un prestigioso químico británico que supo identificar sus dotes artísticas y la animó a explorar el mundo de la botánica, en especial la micología. Roscoe se convirtió en su principal guía, llegando incluso a solicitar para ella una credencial de estudiante en el Real Jardín Botánico de Kew, aunque la petición fue rechazada. En aquella época, ser mujer y además “aficionada” hacía que las instituciones científicas, representadas entonces por William Thistleton-Dyer, director de Kew, no le otorgaran la consideración que merecía.
Lejos de rendirse, Potter continuó investigando y encontró un nuevo aliado en el científico George Massee. Con su apoyo, se animó a redactar sus estudios y a presentar sus ilustraciones científicas a la Linnean Society. Pero las estrictas normas de la época le impidieron asistir a reuniones científicas o publicar con su propio nombre, por lo que tuvo que recurrir a un seudónimo masculino para dar a conocer su trabajo.
Finalmente, Beatrix decidió volcar su energía en la literatura infantil, sin aspirar a consolidarse como micóloga reconocida. No obstante, el valor de su legado científico fue reivindicado décadas más tarde: en 1977, la Linnean Society ofreció una disculpa póstuma por el trato recibido.
Hoy en día, los dibujos de Potter, conservados en el Museo y Biblioteca Armitt de Ambleside, son admirados no solo por su belleza artística, sino también por su rigor y precisión, cualidades que los han convertido en una referencia de gran importancia para los micólogos actuales.
Beatrix Potter, por tanto, no solo fue una talentosa escritora e ilustradora, sino también una pionera en el campo de la ciencia, cuya pasión por la naturaleza sigue inspirando a nuevas generaciones.